domingo, 29 de junio de 2008

Damián Ortega, controlador del universo.






Damián Ortega, El hombre es el controlador del universo (Man is the controller of the universe). Vistas de la instalación en DAAD Gallery, Berlin, 2007

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El artista mexicano Damián Ortega, durante su estancia en Berlín, se dedicó a recolectar en los mercados de pulgas diversas herramientas. Posteriormente, las utilizó para su instalación El hombre es el controlador del universo, que se expuso en el 2007 en la DAAD Gallery de Berlin. La pieza consistió en formar una especie de esfera, con un pasillo enmedio, conformada de piezas - desde martillos, sierras, hachas, desarmadores y pinzas -. Da la sensación de que cada pieza realmente está suspendida en el aire. Además, cada herramienta está alineada de tal forma que sigue una especie de “centro invisible”. 

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Damián Ortega nació en Mexico D.F. en 1967; ciudad donde vive y trabaja a la fecha. Ha tenido importantes exposiciones, entre las que destancan “Il Quotidiano Alterato”, 50 Bienal de Venecia 2003, “The Uncertainty Principle” en el Tate Modern en Londres 2005 y “Obelisco” en Central Park, Nueva York.

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Existe un mural de Diego Rivera también llamado El hombre controlador del universo ( de 1934) ¿Es esta pieza una reinterpretación?  El nombre es lo primero que remite al mural, por lo que la referencia es un tanto obligada; sin embargo se puede observar en el mural de Diego Rivera, que no existen explicitamente herramientas. Quizá Damián Ortega retoma este discurso para hablar de otra manera – tal vez una mucho más sencilla y “limpia” (en la obra original se puede encontrar una saturación de elementos, mientras que la reinterpretación destaca por su clara distinción entre componentes)- del mismo tema que le preocupaba a Diego Rivera.

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El hombre que Damián Ortega imagina, controla el universo mediante sus herramientas. Es decir, desde que el ser humano aparece se relaciona con el mundo que lo rodea a partir de herramientas básicas, que parecen ser incluso una propia extension del cuerpo y que se convierten en el mediador entre el mundo y él. Además, una herramienta no tiene rostro: es decir, al contrario del mural cuyos personajes están claramente definidos, esta instalación propone una mirada distinta. Ningún hombre específico controla el universo (ninguna raza o sexo) somos todos y no es nadie, será el espectador que se introduzca en la pieza. El hombre siempre sera creador y por lo tanto, controlador. Sin embargo ¿qué sera lo que permanezca? Tal vez la transcendencia humana no se logra sino a partir de sus creaciones. 

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